-¿Quieres salir de esta ciudad?- le preguntó ella.

- No lo sé- contesté-. Sólo quiero conocer mejor esta ciudad. Qué forma tiene, cómo está construida, dónde vive la gente, qué vida lleva, eso quiero saber. Qué es lo que decide por mí, qué es lo que me hace mover. Porque no sé lo que voy a encontrarme en el futuro.

Ella movió la cabeza, de derecha a izquierda, y me miró fijamente a los ojos.

- Pero si no hay futuro- dijo-. ¿Acaso todavía no lo sabes? Esto es el fin del mundo. Nosotros tendremos que quedarnos eternamente aquí.

Me tumbé boca arriba y alcé la vista al cielo. El cielo que yo podía ver era siempre un cielo oscuro y nublado. El suelo, empapado por la lluvia de la mañana, estaba húmedo y frío, pero, a pesar de ello, me envolvía un agradable olor a tierra.

El miedo de volver encontrarte comienza de nuevo a aflorar. No saber cómo volver a mirarte a los ojos sin evitar recordar aquellas cosas que accidentalmente vivimos y que parece que han quedado olvidadas en el cajón de los recuerdos.

No se me da bien esto de fingir mis sentimientos, estoy cansada de ocultar mis palabras; quiero poder LIBERARME y GRITAR al mundo todo lo que siento, pero cuando vuelvo de nuevo a poner los pies en la tierra me doy cuenta de que es algo imposible, de que lo único que puedo seguir haciendo es ocultarme bajo ese inmenso caparazón que no deja mostrarme como soy realmente ni lo que puedo llegar a ser…

A pesar de esto seguiré esperando el momento adecuado para que por fin te des cuenta de la persona que tienes delante, y de que quizás te valore mucho más de lo que TÚ te valoras a TI MISMO.

- ¿Cómo sería tu hombre perfecto?- le preguntó él.

+ Buen truco, ¿quieres intentar parecerte a él? 

- No es eso, idiota, ahora en serio...

+ De acuerdo. Sinceramente, mi hombre perfecto es el hombre imperfecto, la antítesis del hombre ideal. Que no sea romántico, yo tampoco lo soy. Que no se comporte, me hacen reír las estupideces. Que no bese tiernamente, eso me aburre. Que no me escuche, sino que me hable. Que no me pregunte como estoy, que sepa adivinarlo y remediarlo. Que me haga feliz, y que tengamos una complicidad irremediablemente irresistible… - ella se quedó en silencio mirándole a los ojos e intentando hacerle entender que era a él a quién buscaba.

Mientras, él la miraba a los ojos y oía todas aquellas descripciones que ella hacía, no pudo más que verse reflejado en ellas, quizás porque era así como se veía o quizás por las ganas de querer ser su hombre “imperfecto”.

Parece que has superado algo cuando no lo ves diariamente, cuando no tienes noticias de ello, cuando por fin parece que estás avanzando poco a poco… Hasta que un día el mundo decide conspirar a tus espaldas y volver a joderte una vez más, de este modo todo ese gran avance que creías tener vuelve a caer en picado. Lo importante es seguir creyendo que se puede sacar el lado positivo de las cosas.

Esta vez… ¿servirá de algo?