He vuelto a aquel banco en el que
solíamos sentarnos y mirar al horizonte. TÚ solamente te sentabas y mirabas al
frente, quieto, tranquilo, donde apenas se apreciaba el movimiento de tu pecho
cuando respirabas hondo aquella brisa, aquel olor a sal, el olor a la distancia
próxima que entre los dos existía.
Suena extraño que todavía siga sentándome en aquel
banco como si algún día pudieras volver, y mostrarme aquella leve sonrisa que
escondía todo aquello que yo me imaginaba. Los rizos de tu pelo mecidos por la
suave brisa. El brillo de tus ojos. Suena extraño que todavía pueda seguir teniendo tu
recuerdo. Suena extraño que sin ninguna palabra sepa que somos almas
gemelas.
Suena extraño lo extraño.
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