Martes 21:00
h.
Llaman a
la puerta.
- ¿Quién es?
- Soy yo, abre.
Mete la
llave en la cerradura, gira el pomo con un movimiento brusco, cansado ya de
esta tontería… Y ahí está, otra vez, mirándole a los ojos sin pestañear. “¿Pero
que quiere? Todos los días lo mismo”
- ¿Me invitas a pasar o qué?
“Nunca me
va a dejar tranquilo.”
- ¿Qué quieres esta vez?
- Quiero lo de siempre.- contesta sin traspasar el
umbral de la puerta.- Esta vez no me voy sin escucharte.
No quiere
volver a lo mismo día tras día, sabe que tiene que remover toda la mierda para
poder acabar con aquello, pero no, no tiene la fuerza ni las ganas de hacerlo.
- Escúchame paso, déjame, vete, no vuelvas, no quiero
tener que verte la cara día tras día y hacerme ver la vida que llevo.
- Afróntalo.
- Soy así, no puedo ni quiero cambiar. Estoy harto de
que todo el mundo me diga que así no voy por buen camino, que no me muestro tal
y como soy, que jamás voy a madurar, que nunca encontraré al amor de mi vida…
- … sigue.
- He hecho cosas buenas, otras no tan buenas y otras
muy buenas, que solo me beneficiaban a mí. Pero prefiero arrepentirme de lo que he hecho
que de lo que no he hecho, así que aunque me des esta oportunidad volvería a
hacer lo mismo una y otra vez.
- ¿Eso es todo?
- Sí.- contesta mientras se agacha a recoger las
llaves que se le han caído de la mano.
Cuando se
incorpora ya ha desaparecido. El pasillo del rellano estaba vacío, a oscuras,
en un silencio que amortiguaba los ladridos del perro del vecino. Mientras
cierra la puerta piensa si se habrá ido para siempre, si por fin se ha creído
todo aquello. En el sofá mira el hueco vacío que tiene a su lado...“quizá no esté orgulloso de todo lo que he
hecho… quizá sí quiera cambiar mi vida.”
Miércoles
21:00 h.
Llaman a
la puerta.
- ¿Quién es?
- Soy yo, abre.
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